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Es posible que alguna vez hayas sentido que tu vida transcurre como siguiendo el guion de una película muy larga, que aparte de tener conflictos entre los actores y el director, la reescriben una y otra vez en plena filmación. Pero a pesar de que el libreto es pesado y la mayoría de las escenas no son emocionantes, de vez en cuando, te encuentras con unas que son como pequeños candados que aseguran tu memoria. Son la representación de todo lo que siempre te gustará, como los zapatos Converse, la pizzería del barrio, las camisetas con logos de bandas, los jeans y las primeras temporadas de Los Simpsons.

Volver al pasado
Entre esos gustos que no se apagan hay varios que pertenecen al mundo del cine, vámonos a buscar uno en 1985. En ese entonces la moda parecía estar fuera de control, todo tenía colores brillantes, todo era “cool” y se representaba con lentes de sol negros, nadie sabía realmente qué pasaba con la cultura popular pero se dejaban llevar, y aparte, de alguna manera, la gente podía vivir sin internet, el cual todavía no nos sorprendía porque estaba en estado de larva mientras lo desarrollaban con toda la seriedad científica del caso, estábamos lejos de usarlo para ver memes y reírnos solos viendo una pantalla.
La sorpresa vino por otro lado, cuando nos encontramos con una historia que no se preocupaba por los hechos ni se respaldaba en la ciencia, pero que nos atrapaba con humor, efectos especiales y viajes en el tiempo realizados en un auto deportivo a toda velocidad, (recordemos que en los 80 todo tenía que ser cool). Se trata de Volver al futuro (Back to the future) una película que aparte de ayudar a formar a una generación, está a punto de llevarnos en un viaje al pasado con una canción.

Go Johnny Go
En una de las escenas más recordadas de la película, Marty McFly, habiendo desencadenado una serie de eventos que ponían en juego su propia existencia, se encuentra a punto de salvar el día de la manera como lo haría un verdadero héroe de los 80, tocando la guitarra eléctrica.
Después de reparar el daño y regresar el tiempo a su cauce tocando una balada, Marty es invitado a tocar otra canción, entonces viene la magia, toma la guitarra, sube el volumen y toca esto:
Johnny B. Goode, un hit de 1958 conocido en el mundo como el punto de transición en el que el blues y otras influencias se juntaron para convertirse en rock and roll. Con esta canción, Charles Edward Anderson Berry, más conocido como Chuck Berry, conquistó el mundo.
Con respecto a la música
Con Johnny, las influencias de todo lo que venía tomando forma en la “música negra” del sur de los Estados Unidos, dieron paso a ritmos bailables y guitarras eléctricas con lo que hoy podemos considerar “ligera distorsión”, permitiendo así, cementar el rock como el nuevo folk americano.
En cuanto a la letra
La importancia histórica de la letra de la canción, está en que se conoce como la primera vez que quedó grabado en un disco, una canción rock and roll acerca del mismo espíritu del rock and roll.
A través de su narrativa, Chuck describe a un personaje que luego sería común para nosotros. Alguien que viene de abajo, que no tiene muchas ganas de estudiar (o posibilidades para hacerlo), que no sigue las reglas de comportamiento preestablecidas en la sociedad, que no quiere tener un trabajo común, pero que tiene un sueño y una guitarra cualquiera que por instinto sabe tocar muy bien. Es esa combinación contradictoria de indisciplina en el contexto de su era, y una admirable determinación, lo que sirve como receta para crear el monstruo de Frankenstein de la música, el rockstar.

La cuestión racial
Para ser una estrella negra había que jugar al engaño.
Para cualquier afroamericano, la batalla por la igualdad nunca se detiene, pero hay momentos en los que resulta más conveniente para el éxito de un artista, usar las cartas raciales para poner el juego a su favor.
Chuck describe a Johnny B. Goode como un “chico del campo” (a country boy), pero originalmente había escrito “a colored boy” (un chico de color). Luego decidió cambiar ese atributo tan específico, calculando que para “pegar en la radio” de la época, era mejor no hacer referencias raciales específicas. Si la canción es acerca de un tipo cualquiera que vive en el campo, le va mejor, porque la dominante audiencia blanca se podría sentir más identificada.
Música negra para blancos
Esta idea de hacer música que los blancos quisieran comprar, aunque hoy se pueda sentir como una traición racial, fue lo que habilitó el progreso de los artistas negros, que además, venían haciéndolo con el blues, mucho antes que Chuck Berry.
Si cuando escuchas o piensas en la música que conocemos como blues, automáticamente te imaginas esclavos negros cantando su lamento en plantaciones de algodón o maíz, estás equivocado, y al mismo tiempo tienes razón, pero solo por demostrar, siendo una prueba viva, que el marketing funciona, y a veces hace daño.
Aunque “having the blues”, con el tiempo se estableció como una expresión de lamento, como estar deprimido, agobiado o estarla pasando mal en general, la música y la narrativa de la esclavitud no corresponden a la misma era, por el contrario, tiene más sentido que, abolida la esclavitud, se abriera el paso para que los hombres y mujeres recientemente declarados libres, pudieran tener el derecho de crear y compartir su música abiertamente.
Recordando la tragedia surgió una oportunidad
Resultó que la música y las temáticas de las canciones blues, cuando hablaban del dolor y hacían referencia, directa o indirecta a la esclavitud, se volvían un producto apetecible. Al parecer, la sencillez del sonido oxidado, y el sentido de cruda realidad que acompañaba un canto con voz de inconformidad y lamento, tenían un gran valor para la audiencia blanca, la cual, siendo la parte de la población con mayor poder adquisitivo, representaba ventas y éxito para los artistas.
Así entonces, se le fue dando largas a una narrativa errónea pero rentable. Muchas veces el blues que nace en el delta del río Mississippi, ni siquiera tenía esa etiqueta, era simplemente la música folk de la época, con la particularidad de que era hecha por músicos afroamericanos que llegaron a poblar la zona.
Pero sin tener Google ni poder viajar a cualquier lugar en clase económica para ir a investigar y confrontar los hechos, el cuento se mantuvo, reteniendo esa mística que terminaría cruzando continentes para inspirar a músicos y bandas como Eric Clapton, The Rolling Stones y The Beatles en el Reino Unido.
Es raro pensar que sin esa falsa narrativa, posiblemente no habrían existido estas bandas legendarias que todos escuchamos.

Volver al futuro
De vuelta a 1985, Johnny B. Goode ya era un clásico y encajaba perfectamente en el tiempo de Volver al futuro. Pero es la importancia histórica de la canción, sumada a la interpretación de Michael J. Fox (Marty), quien nos hace creer que de verdad está tocando lo que escuchamos, lo que hace que la escena se convierta en un oasis de la memoria, una historia para nunca olvidar.
Después de volver del viaje, no está mal tomar un descanso y relajarse reviviendo la escena original que nos envió a recorrer la historia.

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Es una fantasía muy bonita “back to the future”, claro está, obviando la implicación de que Chuck Berry le copió la canción a otra persona.
Un sutil “white washing” en una piscina de suspensión de incredulidad. Cómo me alegra haber estado tan joven como para disfrútala en betamax y no darme cuenta de sus implicaciones.
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Así es, es una perspectiva que dejé de lado para no meternos tan al fondo de lo que era solo un “clever joke”. El viaje en el tiempo complica todo 😒
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