Karaoke: es casi como cantar, casi.

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La timidez es algo bastante común. Aunque no siempre nos referimos a ella de esa manera, sino que le decimos: “pena”, “oso” o “vergüenza”, la sensación que produce es bastante familiar y fácilmente identificable como la indomable fiera mental que te impide hacer un brindis en la boda de tu prima, hablar frente a la clase aunque te estés dirigiendo a la misma gente que ves todos los días, o en casos de mayor seriedad, te hace desear que tu cuerpo explote espectacularmente haciendo combustión espontánea, antes que tener que responder con un simple “hola” el saludo de la persona que te gusta.


Sin importar si estás en el grado más bajo de timidez, conocido también como “sinvergüenza”, te intimidan un par de cosas específicas nada más, o eres un kamikaze de la interacción humana. Hay una solución que gradualmente amansa a la fiera, y no, no es el licor esta vez, es el karaoke.


Cantar pero sin saber hacerlo

La historia del Karaoke está evidentemente ligada al acto de cantar, pero sobre todo a la necesidad que representa a veces, dejar que tu voz se extienda con sonidos estrechamente conectados a una emoción, produciendo un sonido liberador que conocemos como melodía, la materia prima del canto y que sale sin importar si a la gente le gusta o no.

El Karaoke siempre jugó con la idea de que cantar es divertido y tremendamente difícil al mismo tiempo, no por nada existe el clásico performance individual de los cantantes húmedos, más conocido como “cantar en el baño”, donde el único reclamo podría venir de las esponjas o el jabón por ser apretados excesivamente al momento de querer alcanzar una nota muy alta.

Siguiendo el mismo principio, el primer paso para eliminar el riesgo de la vergüenza y hacer que cantar sea divertido siempre, es suprimir a la audiencia.


Entra en escena la televisión de los años 60

En ese entonces ya se jugaba con la idea del canto como un tipo de entretenimiento que se disfruta en un ambiente libre de juicio. La primera forma popularmente conocida fue el programa “Sing Along with Mitch” en Los Estados Unidos.

El cual presentaba a los televidentes, un show compuesto de un set amplio y con poca decoración en el que un coro, cantaba canciones populares mientras en la parte baja de la pantalla aparecía la letra, tal como en el karaoke, con la diferencia de que el espectador era invitado a cantar desde casa acompañando a Mitch (el anfitrión del programa), en vez de reemplazarlo.


De vuelta en América Latina

Acá (y seguramente en todos lados) la gente se las ingeniaba para hacer sus propias versiones de lo que después fue conocido como karaoke.

Cuenta mi madre, que mientras Mitch invitaba a la gente en Los Estados Unidos a cantar con él, los tíos de ella, abajo en el Caribe colombiano, invitaban a sus esposas y amigos a cantar en “El club de caballeros”, el nombre no significaba exclusividad masculina pero sonaba importante, entonces lo dejaron. La actividad principal del club era rentar un espacio durante una noche, contratar una orquesta popular y pedirle a los músicos que tocaran una selección de canciones en versión instrumental, así entonces, las damas y los caballeros podían cantar sobre la pista y divertirse poniendo a prueba sus habilidades para la melodía en un espacio seguro y familiar.

Una máquina para cantar sin prejuicios

Con el espíritu inventivo que combina tradición ancestral y ganas de mecanizar todo, común en lugares como Japón, empieza la carrera por crear la primera máquina de karaoke. Como pasa con cualquier invento, usualmente hay varias personas tratando de lograr el mismo objetivo, pero siempre hay alguien que se queda con el puesto honorífico en el podio de la historia. En este caso fue Daisuke Inoue, un empresario japonés conocido como el inventor de la máquina de karaoke.

Daisuke siendo percusionista en su juventud, vio una oportunidad para mejorar sus ingresos cuando, después de tocar en un café, algunos clientes le pidieron grabaciones de su interpretación para luego cantar sobre la música.

Así que se puso manos a la obra y creó una máquina que reproducía pistas de canciones a cambio de una moneda, dando paso al origen del karaoke como forma de negocio.

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Aunque nuestro amigo japonés figura como el inventor, tuvo suerte que no lo borraron de los libros, pues nunca patentó la máquina, eso lo hizo un filipino llamado Roberto del Rosario, quien desarrolló su propio sistema de karaoke y obtuvo la patente mundial en 1975.


Si te quedaste pensando en el nombre del tipo, es normal que te incomode la incertidumbre, en Filipinas, a pesar de estar bastante lejos de Hispanoamérica, la gente tiene nombres españoles.


Es hora de cantar con una orquesta vacía

El karaoke, que viene de una composición de palabras japonesas que traducen “orquesta vacía”, se convirtió en un hit en todas sus versiones, orígenes y nacionalidades, apoderándose del continente asiático como la nueva forma de entretenimiento popular.

En este punto de la historia, las máquinas reproducían el audio a través de cassettes y la letra de las canciones venía en un libro impreso. Con este formato que hoy parece demasiado simple, proliferaron en bares y restaurantes, donde uno esperaría que estén. Pero también las instalaban en habitaciones de hotel, lo cual puede parecer extraño para los viajeros millennials, quienes ven estos lugares como un espacio que provee comodidad apenas para dormir y guardar las maletas. Pero para la generación anterior, era toda una experiencia, así que quedarse una noche encerrados en la habitación cantando karaoke en vez de salir a explorar, era una opción perfectamente válida.

Ahora todo tiene que estar en una pantalla

Pasó una década, y mientras marchamos con paso firme hacia la salida de los 70, llegan los discos láser, conocidos también como CDs con esteroides que precedieron a los verdaderos CDs, DVDs y Blue-rays.

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Con esta nueva tecnología aceptada popularmente en Japón y el sureste de Asia, el karaoke adquiere la forma que hoy todos conocemos, completando así, la imagen mental que nos llega cuando pensamos en esa palabra. Es decir; versiones inferiores de nuestras canciones favoritas con sonido de juguete viejo, un fondo de playa o cualquier otra imagen estereotípica detrás de la letra que va pasando imprecisamente con el ritmo de la música, pero sobre todo, con la capacidad de crear horas de diversión que nos hacen olvidar todo lo anterior.

Así empezó la tendencia del karaoke con video. La calidad fue mejorando, se estandarizó la máquina y entró a los hogares como un artículo común. Aunque en las Américas ese no fue el caso, acá la gente no le veía gracia, preferían usar el sistema de sonido de la máquina para amplificar el televisor de casa, en vez de usarlo para cantar, y así, se abrió el camino a una nueva tendencia, el “Home Theater” (teatro en casa).

Un pasatiempo mortal


En 2007 en un bar de Filipinas, un hombre de 29 años, sintiéndose todo un “Frank Sinatra”, cantaba sin reparo de su desentonación, el clásico “My Way”. El guardia le pide que deje de hacerlo, pero el cantante no estaba en disposición de obedecer, en cambio, se toma a pecho el mensaje de la canción y sigue “haciéndolo a su manera”, entonces el guardia, que debía tener el mismo grado de tolerancia que tienen los vaqueros de una cantina en una película del viejo oeste, saca su pistola y le dispara, terminando así con la vida del pobre tipo cuyo máximo pecado fue cantar desentonado.


El canto despreocupado se puso de moda

Finalmente la tendencia tomó impulso en América. Entró a los bares y a los hogares, pero esta vez no fue un fracaso, porque no llegó como un sistema de entretenimiento, sino como videojuegos que ponían a cantar a la familia usando la consola que ya tenían los chicos en casa, ahí se creó un nuevo interés y marcas como Nintendo, Playstation y Xbox se subieron a la ola. Ahora tenemos juegos como Guitar Hero y Rock Band que se paran sobre la misma idea de jugar con la música tomando el rol de un artista sin tener que serlo en la vida real.


Esa era la manera correcta de entenderlo, el karaoke es un juego, no hay que tomárselo muy en serio. De hecho, equivocarse es usualmente más divertido, sobre todo para tus amigos, si eres tú quien está cantando.


Karaoke medicinal

Con el internet y la miniaturización de la tecnología, el karaoke terminó de conquistar el mundo. Apareció en las computadoras, en los celulares, y hasta en los taxis de algunas partes del mundo como Corea del Sur y Londres. Se creó un campeonato mundial y se instaló en la cultura global.

Pero quizá lo más importante es que nos recuerda que cantar es necesario y saber hacerlo no es un requisito, lo hacemos porque nos aísla del mundo llevándonos a un lugar sin pandemias ni estrés, porque alimenta el espíritu y calma con igual grado de efectividad, a los bebés y a los demonios internos.


Y si después de leer todo esto te dieron ganas de hacer karaoke, acá te dejo una lista de canciones hiper-cantables. Sin juicio ni nada, canta lo que quieras cantar.


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Published by Leon Bernard

Busco el equilibrio en la creación, poniendo en la balanza el pensamiento estratégico y la libertad para producir música y escribir historias.

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