Del porro al jazz

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Con obsesiva racionalidad, los humanos buscamos ponerle etiquetas a todo. Categorizamos nuestras vidas para entender más fácilmente nuestro entorno sin cuestionarnos demasiado. Las rosas son rojas, las violetas son azules, hay razas, géneros, continentes y países.Todos flotando como burbujas que lleva el viento en la misma dirección, pero que rara vez se tocan. Y aunque no siempre está bien, así nos gusta entender las cosas, todo junto y separado a la vez.

Pero de vez en cuando las burbujas se chocan, creando en el impacto algo especial. Este es el caso de una gema escondida que hoy vale la pena desenterrar, una canción que combina lo rústico de un estilo musical del Caribe y lo fusiona con la libertad del jazz.


Primero el porro

Así se conoce al género musical de la región Caribe colombiana donde el minimalismo instrumental reina, dictando ritmos de extrema cadencia y melodías alegres que ponen a la gente a mover las caderas involuntariamente.

Lombana, CC BY-SA 3.0 via Wikimedia Commons

La forma más común se produce con los elementos esenciales que llevan por ley divina, la mayoría de las composiciones musicales: el ritmo y la melodía. Para el ritmo se requiere alguien que toque el redoblante, alguien para el bombo y alguien para los platillos. La melodía la provee un instrumento de viento, usualmente un clarinete.


Todo viene de afuera

En el porro, como todo en América Latina, la mezcla de influencias extranjeras con algo local, aunque se dio a la fuerza y patrocinada por la mentalidad expansiva de otras tierras, dio vida a una nueva identidad.

Su origen puede ubicarse antes de la colonia, en las gaitas de los indígenas nativos, luego acopladas al ritmo que llegaría de África, y después, con la incorporación del clarinete y otros instrumentos de viento como el ingrediente europeo que llegó a nuestras costas, la receta estuvo lista.


Se necesita un porro para dar un porrazo

Aunque hoy en día entendemos la palabra “porrazo” como un golpe fuerte, no usamos la palabra “porro” para referirnos al arma con que se ejecuta la acción, la usamos para referirnos a la música, y a veces, a una de las presentaciones más populares de la droga recreativa más popular del mundo, (ustedes saben a qué me refiero).

Sin embargo, es muy probable que ambas cosas tengan el mismo origen, entendiendo que el porro, es el palo con el que se le pega (o se le da un porrazo) al tambor grave o bombo para producir su sonido característico.


Música con propósito 

El porro es uno de esos géneros, como la música electrónica y la música clásica, que cuando se escuchan en vivo es cuando realmente se disfrutan, porque nacieron para satisfacer la necesidad de entretener a las personas y ambientar un momento.

Por eso en el porro, aunque la formación básica de instrumentos a veces varía, lo que rara vez cambia es que todos los músicos cargan sus instrumentos, esto pasa por la razón que le da propósito a su existencia, las fiestas o carnavales del Caribe, y en este caso, particularmente las fiestas de corraleja.


Europa nos dejó un par de vicios

En Latinoamérica casi todo es herencia extranjera. Nos quedamos con el idioma y creamos todas las versiones posibles, nos quedamos con la comida y la descompusimos para elevarla integrando lo nativo, nos quedamos con algunas costumbres y las reinterpretamos, nos quedamos con la religión y aparentemente no le hicimos nada. Pero para fortuna de las bandas de porro llamadas “pelayeras” o “papayeras” que entre 1940 y 1970 florecieron, nos quedamos también con las “fiestas de toros”.

Pero no solo con las corridas de toros estándar, nos inventamos las corralejas. Una versión “estilo libre” del toreo. En principio es lo que llaman “encierro”, un formato de entretenimiento taurino donde sueltan al toro en un espacio abierto y todos corren por sus vidas delante de él, sin duda el más famoso de todos es el de Pamplona en España.

Luis Pérez CC BY 2.0 via Wikimedia Commons

La diferencia es que en la corraleja la gente no demuestra su valentía corriendo por el pueblo, sino que pone a prueba la capacidad de desactivar el sentido de la autopreservación, enfrentando con un grado de locura, al toro que los persigue afanosamente corriendo por el ruedo donde están todos encerrados. Y aunque el toro no es sacrificado como en las corridas, el animal sí puede cobrar la vida de alguno que decida tentar al destino más de la cuenta.

Y en medio de la acción y el alboroto, la audiencia que fue a ver el espectáculo, se entretiene con la música de una papayera, contratada para tocar los éxitos del porro. Este resulta ser un formato ideal, pues como en todo carnaval, la fiesta es un ente vivo y lleno de color que se mueve de barrio en barrio y de calle en calle. Para esta tarea nada mejor que un grupo de músicos que lleva puestos sus propios instrumentos.


Luego llegó el jazz

Por la misma sencillez y humilde origen, mezcla y diversidad de la música del Caribe, es que músicos que usualmente pertenecen a otro universo, se ven atraídos a crear con los bloques de construcción musical que dejaron regados por la playa, los nativos, africanos y europeos.

Tal vez esa misma atracción la sintió el saxofonista Antonio Arnedo, quien en un punto de su carrera, después de haber estudiado en varias universidades, incluyendo el Berklee College of Music de Boston, decide crear un híbrido musical que le pone un abrigo tejido con fibras de jazz pero le deja el sombrero “vueltiao”, al porro insignia del toreo amateur colombiano, la canción conocida como “Fiesta en corraleja”.

Inquieto, como son los jazzistas, Antonio fue en búsqueda de una aventura para lograr el difícil equilibrio en los extremos de la música, conservando lo apacible, lo bailable y permitiéndose la libertad que exige la improvisación. El resultado fue una obra maestra, una versión de Fiesta en corraleja donde convergen lo puro del folclor Caribe con la majestuosidad del jazz.


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Published by Leon Bernard

Busco el equilibrio en la creación, poniendo en la balanza el pensamiento estratégico y la libertad para producir música y escribir historias.

5 thoughts on “Del porro al jazz

  1. Me gusta como, sin adornar lo que está intrínsecamente adornado, logras esparcir un mensaje mágico de algo que reside en lo simple, bello y a la mano. Si algún día resuenas con hacer una bella anatomía fragmentada a la Sagrada planta de Mariguana, me encantaría también leerla….porque le merece más que ser recreativa… Congrats Primo!!!!

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  2. Si recuerdo la primera vez que oí algo similar. Maria Teresa de Carlos Vives, qué aunque mas “main stream”, creo fue un buen intento de fusión con rock que me supo a Jazz. El trabajo de Antonio esta bien interesante.

    Puedo decir que me han gustado mas los intentos de Jazz con cumbia Colombiana, siendo la piragua, otra vez de Carlos Vives, y el pescador de Toto, mis favoritas. Me falta buscar mas.

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