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En la música, pero en particular cuando se trata de escribir canciones pop, todo se vale. La única regla es simplemente sentir, sin preocuparse por la perfección ni la teoría.
Los acordes, la escalas y el ritmo, todo queda en segundo plano después de la melodía. Es tan importante y dominante que reina sobre cualquier composición. Tiene el poder de reescribir o doblar a su voluntad las reglas gramaticales de cualquier idioma y salirse con la suya.
En principio está bien pensar que toma prestado de formas más puras de escritura literaria, donde el arte se eleva a niveles de compresión casi exclusiva, generando una satisfacción al lector que, habiendo entendido y decodificado la intención del autor, se siente en un limbo de intelectualidad. Como cuando alguien se enorgullece de haber leído muchos libros o seguir leyendo poesía en la era de los videos en internet.
La letra de una canción tendrá que contar su propia historia y reflejar el talento del escritor, pero siguiendo el camino que traza la melodía y acomodándose a ella sin importar lo incorrecto que pueda ser el resultado, al fin y al cabo la música es para la gente, y la gente habla como se la da la gana.

Empezamos mal
Hablando de errores gramaticales en favor de una melodía universalmente apreciable, toquemos el tema de una canción que hace más de treinta años, no deja de sonar.
Take On Me de la banda A-ha, tiene indudablemente una de esas melodías agradables y difíciles de olvidar que trasciende las generaciones, pero está mal escrita, es decir, la frase del coro que da nombre a la canción tiene un par de palabras invertidas, la manera correcta sería “Take Me On”. También la usan de esa manera en la canción, pero a nadie le preocupa la inconsistencia, esa es la libertad de la música.
Una infecciosa melodía adolescente
En 1978 la banda que conocemos como A-ha, todavía no existía, pero su tecladista que en este punto tenía apenas quince años y cero pistas de lo que vendría en su futuro musical, ya había creado la infecciosa melodía de la que no podemos escapar, posiblemente en la casa de su abuelo, donde solía juntarse con amigos a tocar.
Pero a pesar de ser tan pegajosa, parecía no querer encontrar su lugar en la historia. Al principio se llamaba Panorama, después se llamó Miss Eerie y fue parte del set de canciones que Magne Furuholmen, el tecladista en cuestión, había compuesto para su banda Bridges, donde además tocaba el guitarrista Pål Waaktaar, juntos luego formarían A-ha, la primera banda de exportación mundial de Noruega.

Lado B
La chispa estaba en Miss Eerie, pero aunque Mags, el tecladista, la consideraba pegajosa, a Pål, el guitarrista, le parecía “muy pop”, lo cual era algo malo, porque en ese momento la agrupación se identificaba como una banda de rock fuertemente influenciada por The Doors y Jimmy Hendrix, por eso, en la primera versión tratan muy intencionalmente de cortar la melodía con un riff de guitarra.
De todas formas la canción no duraría mucho, la banda se disolvería por la razón que las bandas usualmente se disuelven, no todos sus integrantes tienen el mismo grado de compromiso, y con esa condición, como en cualquier tipo de relación, la separación se vuelve inminente.
Entonces Pål y Magne se van a Londres a reclamar su lugar en la industria de la música, pero allá la vida les recordó que su lugar estaba en Noruega y después de seis meses de frustración, se regresaron a su país.
De vuelta en casa, se topan con quien se convertiría en el nuevo integrante de la agrupación y un elemento clave en la realización de su más famoso single, era Morten Harket, el nuevo vocalista. Morten, escucha en el primer ensayo la alegre melodía siendo interpretada por Mags en el teclado mientras Pål acompañaba en la guitarra. Enseguida les dice enfáticamente que esa melodía tenía todas la características de un hit y tenían que hacer algo con ella. Y lo hicieron, pero no todavía.
A pesar de que el nuevo vocalista había visto el futuro, la ideología rebelde de la banda prevalecía. Le pusieron a su propia canción el apodo de “Fruta Jugosa”, porque les hacía pensar en comerciales americanos como los de Coca-Cola, donde niños bañados en un sol brillante cantaban y bailaban luciendo imposiblemente felices.
Ellos no se identificaban con eso, eran “oscuras almas en pena de Escandinavia”, no podían de repente salir vestidos de colores a pretender que todo está bien en el mundo. Y así, la canción vuelve a quedar en el olvido intermitente, siendo retrabajada y guardada nuevamente pues no lograban descifrarla.

Una lección de vida
Pasa el tiempo y la banda, ya establecida como A-ha y todavía tratando de encaminar la canción en 1982, intenta producirla de nuevo, entonces sale al aire como un demo, ahora en versión mucho más pop y con un nuevo nombre, el tercero en este punto, la llamaron “Lesson one” (Lección uno).
En realidad fue una lección para aprender que a veces algo bueno tiene que recorrer un largo camino solo para ser reconocido como tal, y que es necesario invertir un cantidad incalculable de tiempo y trabajo para convertir una chispa en llama.

El tiempo se acaba
Pasó un año más, los chicos deciden regresar a Inglaterra e intentarlo de nuevo, vuelven a trabajar en la canción con una nueva letra y arreglos que le dieran a Morten, la capacidad de mostrar su amplio rango vocal, por eso la versión que todos conocemos, sube y baja de una manera muy dinámica pero agradable a los oídos.
La nueva versión sonaba mucho mejor pero aún no lograba despegar, la banda no daba con el estudio ni el productor ideal. Entonces su mánager del momento contacta al vicepresidente internacional de Warner Brother en Londres, Andrew Whickham, y lo invita a conocer la banda en el estudio, a ver si lograba despertar en él algún interés.
Al final de un largo pasillo brillaban por su juventud y su cabello rubio nórdico, los chicos. Andrew escuchó la canción y quedó encantado, naturalmente obtuvieron un contrato con la compañía y los recursos que vienen con ello para mantener vivo el sueño.
Retomando el camino
Por fin las cosas toman curso. Graban el single y salen con un video listo para comerse el mundo, excepto que el mundo no tenía ganas de alimentar al trío noruego. El video resultó ser demasiado genérico en un momento en el que MTV, se posicionaba como una verdadera plataforma para la innovación en los formatos musicales.
Este no era el video que todos recordamos, sino una versión previa en la que sin mucha gracia, salía la banda sobre un fondo azul muy frío mientras una bailarina pasaba haciendo malabares entre tomas.
¡Rápido! Hay que cambiar la ruta
La canción también era distinta, ya en su tercera versión la banda todavía no estaba conforme, sentían que el tiempo y dinero invertido podía no resultar en lo que ellos esperaban y Take On Me, podía perder definitivamente su chance de convertirse en un éxito global.
Entonces insisten a su mánager con la idea de que necesitaban conseguir un nuevo productor que les ayudara a darle a la canción la vida que se merecía. Se hacen un par de llamadas y aterrizan en Alan Tarney, quien decide descartar la influencia del productor anterior y buscar la manera de regresar la canción a un estado más cercano al original, donde los músicos se sintieran realmente cómodos, pero claro, haciendo que todo sonara y se sintiera mejor.
Por fin la canción había tomado su verdadera forma, entonces se hace el relanzamiento en el Reino Unido, ahora sí como debe ser, sale al aire, la banda espera el resultado, y no pasa nada.

Vuelve la frustración
Al parecer la disquera en Inglaterra no se esforzó mucho en darle impulso a la canción. La banda, como proyecto, pertenecía a Warner Brothers America, pero fue asignada a una rama británica de la compañía, esto generó algún tipo de descoordinación corporativa que se estaba interponiendo entre la canción y el éxito comercial.
Una vez más interviene Andrew Whickham, pone a la banda en lista de alta prioridad y asigna una nueva inyección de presupuesto, estaba convencido que la canción sería un hit.
Que bueno que Take On Me tenía un amigo con poder.
La última oportunidad
La banda empezaba a hundirse en sus frustraciones, a pesar de tener el apoyo y el talento, de una u otra manera el círculo no terminaba de cerrar, siempre faltaba algo y los chicos, veían en su futuro con claridad una cancelación de contrato y el fin del sueño.
Pero aún les quedaba una oportunidad de brillar, esta vez todo tenía que funcionar, las piezas estaban en su lugar, solo hacia falta una para completar el rompecabezas del éxito en la industria musical en 1985, un buen videoclip que nos alimentara la adicción a las pantallas de televisión y a MTV.
Entra en escena Jeff Ayeroff, otro ejecutivo creativo de alto rango en Warner convencido de que Take On Me sería un éxito, pero que había que descifrar precisamente cómo. La intención era clara, alejarse del video demasiado estándar de 1984 y encontrar una forma más auténtica de jugar con el formato.
Entonces llega la inspiración en un corto de unos estudiantes llamado Commuter, elaborado con la técnica de rotoscopio, en la que se graban las tomas y luego, fotograma por fotograma, se replica la imagen con un dibujo, es básicamente como calcar un video. Jeff recluta a una pareja de ilustradores y al director de cine Steve Barron quien había dirigido Billie Jean para Michael Jackson, y les dio un par de cosas que son raras en la industria, tiempo y dinero, para que el resultado fuera algo especial.
Y así fue, Steve tomó inspiración en los cómics y partiendo de la idea de que una mano dibujada saliera del papel al mundo real, construyó la narrativa de dos dimensiones que se encuentran para dar paso a un historia de amor y fantasía.

Más vale tarde que nunca
Tomó al rededor de siete años para que una melodía adolescente se convirtiera en un hit atemporal. Muchos factores entraron en juego, pero de todos, el video fue el más trascendental, de hecho, en Los Estados Unidos lo lanzaron antes que el single, así que cuando salió la canción por sí sola ya era tremendamente popular. De inmediato se trepó a la lista de Billboard y llegó a ser número uno en varios países.
El video, por su parte, tuvo ocho nominaciones a los premios MTV y ganó seis, aparte tiene más de un billón de reproducciones en YouTube, nada mal para un video de hace treinta años.
La banda sufrió los altibajos y corrió la carrera, pero al final ganamos todos los que sin saber sus dificultades, disfrutamos la canción dejándonos embelesar por su melodía hipnótica y sus imágenes extraordinarias.
Bonus track
Como parte de la cultura popular, Take On Me inevitablemente sería versionada y utilizada en incontables producciones, incluyendo este comercial que le da un giro humorístico al video.

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