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Versión escrita
El concepto de álbum musical es algo común, pero no siempre fue así, llegó con los discos de vinilo y en 2022 parece querer irse de nuevo.
El episodio de hoy es un especial de dos partes, esta vez el tema ameritaba un poco más de profundidad y la inclusión de un par de invitados de dos generaciones. Esta es la parte 1.

Parece magia
La idea de capturar sonido siempre ha sido fascinante, hace parte de nuestra constante obsesión con dejar registro de nuestra humanidad. Así que solo fue cuestión de tiempo para que llegarán aparatos creados para este propósito.
Imaginémonos por un momento estar en un estudio de grabación en 1913. No hay grandes consolas, ni audífonos, ni micrófonos, solo una habitación con músicos y un aparato sobre una mesa, un gramófono.
Llegan los músicos, es una orquesta de jazz porque en aquella época esa era la música pop y todo el mundo quería poder tenerla en casa. Los músicos se ponen en formación, pero no de la manera tradicional como una banda, las trompetas están cerca a la mesa, la batería al fondo, y en la esquina de la habitación con cara de aburrido, Louis Armstrong, una versión muy joven de uno de los trompetista más importantes de la historia.
La razón de la distribución es que el sonido tiene que viajar hasta el cono del gramófono, luego bajar hasta una membrana que vibra transfiriendo el movimiento a una aguja que a su vez, corta el disco que da vueltas debajo de ella, creando surcos en los que queda capturado el movimiento que se convierte en sonido al ser reproducido con el mismo método. Por eso los instrumentos que producían mayor volumen, incluyendo a Louis, se ubicaban lejos, para que no opacaran a los demás.
Así era una sesión de grabación en aquella época y a Louis Armstrong le tocó en realidad vivir algo similar. Es física pero parece magia.

Un libro de discos
El primer LP fue presentado al mundo por Columbia Records en 1948. En 1931 RCA Victor, la compañía hija de la creadora del gramófono conocido como Victrola, había lanzado algo similar pero la recesión económica no permitió que tuviera éxito.
Así que 17 años después, la versión de Columbia se convirtió en el estándar de la industria, la razón es simple, dio pasó a una mayor capacidad de almacenamiento. Veníamos de tener discos fabricados con un compuesto de goma de laca, una resina que produce un pequeño insecto rojo de la India y Tailandia. Eran discos de 12 pulgadas que almacenaban menos de cinco minutos por cada lado.
Pero la gente escuchaba música clásica con bastante más normalidad que ahora y las obras completas no cabían en los discos, entonces las disqueras idearon una solución: dividir las obras en secciones y grabarlas en una serie consecutiva de discos, luego poner cada uno en su propia funda y juntarlos todos formando una especie de “libro de discos” llamado álbum.

Las historias empezaron a girar
Para los que eran niños y jóvenes en la era que los discos se tomaron los hogares masivamente en América Latina, la vida musical pasaba entre la radio y los LP. Así lo recuerda una invitada recurrente del blog, mi madre, la Señora Kathy.

La radio siempre ha sido importante, pero en aquella época dominaba por completo, para algunos era una obsesión, como era el caso de Mincho un amigo de la infancia de mi vieja. La historia va así. En los 70 era popular una canción nicaragüense que contaba la historia de Quincho Barrilete, un niño pobre y de gran corazón que echaba para adelante sobreponiéndose a la difícil situación económica y social de su país. Sonaba por todos lados y hasta se había ganado un premio en un festival iberoamericano de canciones.

Con el tiempo el LP se hizo cada vez más popular y las historias empezaron a girar en torno a él. Aquí es donde vale la pena introducir a un nuevo invitado que trae también sus experiencias, pero con una óptica distinta, pues hace parte de la siguiente generación, los que vieron al LP de lejos mientras cedía el trono al los siguientes formatos de audio.

Mientras crecía, en casa de Andrés la música no era algo permanente, sus viejos no tenían esa fascinación. Pero afortunadamente alguien de la generación anterior a sus padres estaba ahí para salvar sus oídos y sembrar la apreciación musical.

El señor luego intentó actualizarse, se saltó los cassettes y pasó a los CDs, tuvo una pequeña colección y después incluso, se animó a tener un iPod donde tranquilamente podía caber toda su colección de discos, aunque para él nunca fue lo mismo.
Y él (el abuelo) me decía, ¿en serio cabe toda esa música en ese aparatico? Toda la que vos querás cabe en ese aparatico, y él me decía: “pero igual no me gusta”.

Todo estaba a punto de cambiar
El LP era una solución al problema del almacenamiento. Dejamos de usar secreciones de insectos y empezamos con el plástico, o vinilo más precisamente. Pasamos de discos de menos 10 minutos en total a discos de 20 minutos en cada lado.
Pero la batalla de los formatos todavía no terminaba. RCA no se daba por vencida y pronto jugaría su última carta, se llamaba: “El 45”. En aquella época los discos eran categorizados según su velocidad de reproducción con el término RPM (Revoluciones Por Minuto). Estaban los 78 rpm que eran los más cortos, luego los 331/2 rpm que conocemos como LP, y para competir con este último, estaban los 45 rpm de RCA.

El 45 de RCA no llegaría a superar la popularidad del LP en el largo plazo, pero presentó un nuevo concepto que permanece vigente hoy en día, el EP (Extended Play en inglés). Un formato que extiende la capacidad incluyendo más canciones que un disco sencillo, pero menos que un álbum.
Para la época de Andrés, ya todo era LP y su primera experiencia con uno propio vino por cortesía del destino, y una vez más, patrocinada por su maestro de la vida.


Dinero para gastar en discos
El avance lógico de la tecnología, resultó ser mucho más que eso, hizo posible presentar la música como un conjunto de expresiones artísticas. Dio paso al álbum, pero no como solución práctica de empaque, sino como concepto.
En los 50 los LP eran una cuestión de adultos. En casa las familias escuchaban jazz, música clásica y bandas sonoras de shows de teatro. También había otro formato de discos más pequeño y dedicado a cosas menos importantes, como lo era el nuevo género musical que empezaba a tomar fuerza entre los adolescentes, el Rock n’ Roll. Pero todo estaba a punto de cambiar.
En ese punto de la historia todavía no muchos adultos escuchaban rock, así que no había mucha gente con poder adquisitivo generando un mercado rentable. Pero los tiempos inevitablemente cambian y los adolescentes roqueros pronto pasaron a ser jóvenes adultos con su propio dinero para gastar en discos.

Se asomaba el karaoke
Paralelamente la tecnología de los nuevos reproductores permitió aumentar la portabilidad, dando paso a nuevas experiencias.


Toda clase de libertades
Los nuevos artistas empezaron a entender el concepto de un álbum musical como una serie de canciones con temas individuales, pero que colectivamente apuntan a un solo propósito. Pronto muchos empezaron a salirse del formato de canciones pop de tres minutos y se adentraron en su propio mundo artístico para luego salir y liberar su expresión sin preocuparse por la duración. Una canción larga podía significar la libertad del artista que en ese momento se olvida de la industria y el negocio.
Luego apareció la idea de la secuencia. Si alguna vez escuchaste un álbum completo y te dio la impresión de haber escuchado una sola cosa, es porque en la medida que el concepto del álbum se fue fortaleciendo, los músicos y productores empezaron a usar trucos para conectar las canciones, creando un secuencia ideal. Un viaje desde la primera canción hasta la última.
El apetito por obras musicales extensas y la popularidad del rock siguieron creciendo, los Beatles empezaron a conceptualizar seriamente sus álbumes, Pink Floyd hizo lo mismo, The Doors grabó una canción de casi doce minutos y la banda Yes llevó lejos la idea de la duración grabando una canción que ocupaba todo un lado del disco.
De pronto los álbumes empezaron a parecerse a la idea original, eran tan largas las canciones que hizo falta la creación de los álbumes dobles, donde acomodaban un par de discos en el mismo empaque a manera de libro.
La expresión artística de los discos fuera de la música llegó al punto más alto de la materialización. La portada y el reverso de un empaque de LP se convirtieron en oportunidades para crear arte visual, atrás quedó la clásica foto de retrato para dar paso a las ilustraciones, montajes y toda clase de libertades que se daban los artistas para consolidar su obra en un sola pieza. Además podía ser usado como una herramienta de marketing para atraer la atención.
En el caso de Andrés hay una carátula en particular que le robó el corazón.

Aquí termina la primera parte de este especial acerca de los LP. El próximo viernes hablaremos del momento en que los artistas nos cambiaron la forma de entender la música, de fiestas con Al Capone, (pero no del que estás pensando), y un par de historias más que pondremos a girar bajo la aguja.

La próxima semana:
LP · La era del álbum (parte II)

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3 thoughts on “LP · La era del álbum (parte I)”