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En los 60, la guitarra eléctrica era la enemiga principal de la “música seria”, pero pronto, todo cambiaría.

El resto se va
El pogromo es una especie de linchamiento o ataque violento llevado a cabo en masa, con el fin de eliminar o expulsar de un territorio, un grupo étnico o religioso no deseado. ¿Suena familiar? Tendría que ser, es una de esas manchas recurrentes de la humanidad que vienen y van en distintos momentos de la historia, porque siempre fuimos tribales y territoriales, reclamamos nuestros derechos ancestrales demandando que se nos conceda la tierra, riqueza y cultura de gente que hace siglos dejó de existir.
Pogromo es originalmente un término popularizado en el Imperio Ruso, en particular para describir los ataques a judíos que habitaban los territorios que el imperio había adquirido, y que hoy hacen parte de lo que conocemos como Europa Oriental, uno de ellos era Ucrania.
En 1905 tuvo lugar el peor de los ataques antisemitas que sufrió la perla del mar negro, como se conoce a Odesa, el puerto principal y la tercera ciudad más poblada de Ucrania. Más de 400 judíos fueron asesinados ese año y más de 1.600 de sus propiedades fueron dañadas o destruidas. Y claro, los pogromos, así como otras formas similares de violencia a grupos étnicos y religiosos prevalecen por una triste razón, funcionan. Los que se quedan y sobreviven les va mal, el resto se va.
Entre aquellos judíos que huyeron de Ucrania y emigraron a Los Estados Unidos por la presión del Imperio Ruso, estaban Anna Kirghiz y Zigman Zimmerman, los abuelos paternos de Bob Dylan.

Y luego una transición
Una generación después, en 1942, nació Bob en Minnesota. Allí creció escuchando emisoras de blues y country. Pero entrando en la adolescencia, como la mayoría, desarrolla un interés en el rock and roll. Así que por la edad y su interés en la música, lo natural es que sus primeras bandas se enfocaran en el género de moda, tocando canciones de Elvis Presley, Little Richard y Danny and the Juniors.
En esa época y con la influencia de sus bandas favoritas, llegaría a tener el perfil más típicamente roquero. Esta medalla del estereotipo de rebeldía juvenil tan divertida en las películas y en la vida real, se la ganó cuando en un show de talentos de la escuela, él y su banda tocaron tan fuerte la canción “Rock and Roll Is Here to Stay” que el rector, en representación de su propio estereotipo como autoridad formativa y a veces supresora, decidió trazar el límite de lo que era considerado un talento en los 50, y sin previo aviso les desconectó el micrófono.
Eventualmente Bob entraría a la universidad en Minneapolis y empezaría a tomar una nueva dirección, alejándose del camino del rock’n’roll pues, aunque reconocía el poder de las frases pegajosas y los ritmos cadenciosos, había perdido interés en las temáticas del género que con frecuencia no eran muy serias o no representaban la vida de una manera realista.
Y por eso, habiendo llegado a la realización de que quería expresar a través de su música, ideas y emociones más profundas y serias, apuntó al género que para ese momento representaba todas esas cosas, el folk americano.
Fue en ese momento que tomó el seudónimo por el que todos lo conocemos, pasando de Robert Zimmerman a Bob Dylan. Aunque la idea inicial era llamarse Bob Dillon, pero justo se cruzó coincidencialmente con los poemas de un poeta británico llamado Dylan Thomas, le gustó más esa variante del nombre y lo adoptó.
Habiendo terminado el primer año de college, Bob se retira y se muda a Nueva York buscando una carrera musical. En los siguientes años lanza su primer álbum folk incluyendo solo dos canciones originales, se cambia el nombre legalmente a Robert Dylan, se involucra en el movimiento por los derechos civiles, lanza un segundo álbum, esta vez cargado de sus propias canciones con mensajes políticos y de inconformidad con cierta elocuencia comúnmente considerada poesía, vinieron un par de álbumes más y luego una transición.

Un vómito de diez páginas
En 1965 Dylan ya era toda una celebridad, era considerado el líder del movimiento para revivir el folk americano que había empezado en 1940, era para muchos, la voz de una generación, aunque él no tenía mucho interés en cargar ese peso. Se va de gira por el Reino Unido, pero la experiencia no fue la que esperaba, no estaba feliz con la expectativa que el público tenía de él ni con la dirección que iba tomando su carrera, estaba agotado y atrapado en un ciclo creativo, entonces piensa que lo mejor era retirarse de la música por completo.
El cansancio y la frustración lo llevaron, entre otras cosas, a escribir un vómito de diez páginas. Tal vez haya sido a manera de desahogo o venganza, el hecho es que escribió hoja tras hoja de versos que retan al lector señalando la situación desfavorable del mismo, como poner el dedo en la herida de alguien que alguna vez te hizo daño y ahora ves desde una posición cómoda, cómo esa persona se hunde en la miseria que causó.
No tenía título ni estaba pensado para ser más que una válvula de escape, hasta que un día sentado al piano una frase del escrito cobró vida mientras la cantaba muy lentamente, era: “How does it feel”, las cuatro palabras que abrirían el camino a la composición más exitosa de su carrera, una canción llamada: Like a Rolling Stone, y con ella se desvaneció el deseo de dejar la música.
Algo cambió con esta canción, Dylan nunca había hecho algo así, pero el resultado fue reconfortante, un nuevo camino se abrió y con él volvieron las ganas de seguir escribiendo canciones. Además, llegó en el momento indicado para facilitar una transición musical que se venía gestando, un cambio que pondría a su comunidad en conflicto.

¡Judas!
Poco después de la invención de la guitarra eléctrica de cuerpo sólido, su uso se volvió predominante en el rock and roll, el género y el instrumento se hicieron sinónimos. Pero también generó una forma de división, trazando una línea de frontera entre la música de guitarra acústica considerada como una forma de arte valiosa hecha por verdaderos escritores con cosas importantes que decir y la música eléctrica del rock como una simple tendencia de la moda.
Así que uno se puede imaginar la indignación de los críticos más afilados y puristas del folk, al ver a su héroe en el Newport Folk Festival de 1965, un evento dedicado a celebrar y revitalizar el género, con una banda de músicos tocando guitarras eléctricas, un instrumento perteneciente al inferior género del rock.
Uno de ellos escribió con peso en sus palabras: Nuestras canciones tradicionales y baladas son la creación de artistas extraordinariamente talentosos que trabajan con disciplinas formuladas a través del tiempo… ¿pero qué pasa con Bobby Dylan?, gritan los adolescentes indignados… Solo una audiencia completamente sin criterio y nutrida con la papilla aguada de la música pop, podría haber caído en la trampa de semejante tontería de décima categoría.
Al parecer ese día también hubo conmoción y abucheos de parte de un grupo de asistentes que se sintieron traicionados por el cambio de dinámica en su música, pero Dylan estaba determinado a seguir su camino y sin prestar atención al grupo de personas inconformes, tocó para los demás Like a Rolling Stone por primera vez en vivo.
En Inglaterra también hubo fans apasionados y desencantados. Como la vez que en el último tramo del tour internacional de 1966, en Manchester, empezando a tocar la canción, un asistente gritó: ¡Judas!, a lo que Dylan respondió: “No te creo… eres un mentiroso”, en ese momento alguien en el escenario dijo “toquen fuertísimo” pero agregando alguna profanidad en el medio. Enviando así un mensaje claro de que el folk se puede hacer electrificado, y más importante aún, el rock and roll ahora también es folk americano. La canción fue realmente un puente entre ambos mundos, despejando el camino para los artistas que vinieron después.

Una y otra vez
Cruzando la barrera de los tiempos y habiendo decidido cambiar con él, Like a Rolling Stone llegó al tope de las listas en Los Estados Unidos y el Reino Unido, siendo además una anomalía, no solo por la transición y la exploración que musicalmente presentaba, sino por la temática que expresa resentimiento en vez de amor, el tema que era más común ver representado en canción así de populares.
Además era larga, demasiado larga para la época. En nuestros tiempos nos gusta pensar que el consumo de cualquier contenido es rápido, y aunque nos pasemos todo el día en internet, queremos que cualquier forma de entretenimiento o información sea rápida y concisa, no tenemos paciencia ni voluntad para cosas que nos tomen más de cinco minutos.
Pero en la música pop esa siempre fue la norma, las estaciones de radio saben que los hits son cortos y alegres, canciones que la gente quiere repetir todo el día. Pero en este caso eran seis minutos de canción, no tenía chance en la radio. Hizo falta salirse de las reglas para darle una oportunidad.
El coordinador de lanzamientos de Columbia Records de ese entonces, decidió tomar una copia descartada de un acetato con el single y llevarla al Club Arthur en Nueva York, allá le pidió al DJ que lo reprodujera. Resultó que la gente empezó a pedir que la repitieran una y otra vez. Al día siguiente empezaron a llegar las llamadas de estaciones demandando una copia del single.
A partir de ese momento la relevancia de la canción simplemente creció, abrió un nuevo camino, rompió la barrera de los tres minutos en la radio, probó que un cantante pop puede también ser un escritor de canciones con mensajes críticos, que es posible expresar emociones fuertes sin tener que aferrarse siempre en la fórmula universalmente aceptada del amor, dio paso al folk-rock y nos ofreció una demostración de lo mágico del azar. Cuando las cosas se dan y las piezas caen en su lugar no hay una mejor sensación que la de estar vivo.
Bonus Track
- Un boceto de la versión final de la letra escrita a mano por Dylan en un hotel en Washington, que incluía garabatos y frases que no terminaron quedando en la canción, como una que mencionaba a Al Capone, se vendió en 2014 por 2 millones de dólares en una subasta.
- En 2016 Dylan fue otorgado con un Premio Nobel de literatura por haber creado nuevas expresiones de poesía americana a través de sus canciones.
La canción que Dylan y su banda tocaron tan fuerte que el rector decidió apagar el micrófono

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